El objetivo principal de la FAAF y de las Casas del Niño y la Familia, es “brindar apoyo material y espiritual al hijo, y asistencia a los padres, contribuyendo al afianzamiento del grupo familiar”. Este objetivo se inspira en el principio pedagógico, del servicio a la vida basado en el amor y el respeto.
Cada chico es un proyecto original de Dios, irremplazable, único e insustituible. Por eso, el primer paso en la tarea educativa es “ darles un presente más digno para que luchen por un futuro mejor”.
Para implementar una auténtica pedagogía, es imprescindible la dimensión religiosa del hombre. En este sentido, es fundamental reconocer en cada chico ese ser básico, el hombre, la persona, que pertenece a esta familia y no a otra; a este pueblo, a este tiempo, a este tipo de sociedad y no a otra. Descubrir el ser que dice “soy yo y no otro”.
Aplicar este principio pedagógico de servicio, es ayudar a que el chico se acepte a sí mismo y sea fiel a aquello que va a constituir su vocación. El desarrollo de esa vocación personal, exige una pedagogía personalizada. En el mundo actual hay una creciente pérdida de contacto, que intensifica una profunda experiencia de soledad en el hombre, que no constituye comunidad. A la tarea pedagógica, se suma la necesidad de crear y cultivar un ambiente de familia, donde la participación, la responsabilidad y el diálogo se realicen en comunión. Cultivar un espíritu de familia donde la diversidad de edades, sexos, problemas, gustos y necesidades, posibiliten una enriquecedora unidad solidaria. Conquistar un ambiente familiar, que conduzca a una complementación y convergencia creadora de comunidad. El camino seguro para esto sea posible, es conquistar el corazón de cada chico. Lo que no pasa por la esfera afectiva, difícilmente se incorpora a la personalidad, actúa superficialmente e impide el crecimiento armónico de la persona. Esta atmósfera de cobijamiento y seguridad deberán mantener la afectividad humana despierta y activa en los afectos familiares, en una constante apertura hacia los demás, en el amor por nuestra tierra, por la naturaleza, por una verdadera sensibilidad estética, por lo sagrado.
El cultivo de la capacidad afectiva bien ordenada logrará en un chico una disciplina de sí mismo que lo capacite para una vida más libre y valiosa. Lo fortalecerá para defender todo derecho humano, inherente a su dignidad de hijo de Dios.
La pedagogía aplicada intenta crear vínculos que se encarnen en la vida cotidiana y provoquen la asimilación de valores sensibles y espirituales, vínculos de amistad que se funden en la fe y amor desinteresados. De este modo se construye la personalidad de cada uno en su dimensión individual y social.
La FAAF desea asegurar a todos el derecho de acceder a la educación, respetando la libertad de los educandos y de los padres para que puedan escoger el tipo de educación que quieran para sus hijos. Pretende, a través de la ciencia, la técnica, el estudio, el trabajo personal y comunitario, desarrollar las actitudes críticas, creativas, comprometidas, sociales y cristianas, propias de una auténtica educación, inspiradas en el Evangelio.
El fin principal de la institución, es la actividad educativa, que se extiende a Casas del Niño y talleres de arte y oficios, acompañando el proceso histórico de centenares de comunidades pobres, hacia su progreso y superación, apoyando y orientando el esfuerzo de niños, jóvenes y adultos, en procura de su desarrollo integral; creando múltiples y diversas posibilidades para hacer viable el derecho fundamental de las personas y grupo sociales a una verdadera promoción.
La Casa del Niño quiere ser una verdadera prolongación de cada hogar, donde la vinculación a las personas, al lugar y a las ideas encarnadas en una vida de amor y respeto mutuo hagan crecer y madurar, a cada uno para su propia felicidad y la de la comunidad. Es indispensable que cada uno y todos al mismo tiempo, se sientan constructores de esta familia. La participación en las pequeñas tareas cotidianas (mantener el orden material en la sala o procurar adornarla, respetar los horarios, tender una mesa) hará que todos se sientan miembros de esa comunidad, dando y recibiendo del mismo modo.
Esta es la forma más original, en que la FAAF dignifica y promueve. Que acerca, invita, exige a la familia a integrarse en un proceso de promoción orgánico. No se atiende a un solo chico, sino a todo el núcleo familiar. Se dignifica a la mujer, y se la instruye especialmente ya que ella es más atenta, paciente, constante y desea ayudar a sus hijos. Se la capacita para educar mejor, para resguardar la salud de los suyos y, de este modo, ofrecerles una vida mejor.
La Casa del Niño y la Familia, brinda protección, autoridad, donación para que cada chico se desarrolle y no quede atrapado en su condición social, sino que logre desarrollar su propia iniciativa individual.
¿Cómo se implementa la pedagogía?
Para optimizar la tarea pedagógica, se sugiere grupos pequeños según la edad (de 3 a 5 años; de 6 a 9 años; de 10 a 13 años). Cada nivel estará a cargo de una consejera, que tendría como misión ser maestra de vida y procurar, la apertura de cada uno respetando su intimidad. La experiencia irá indicando las formas adecuadas. Posibilitando además en cada uno el paso a la autonomía y autoeducación, capacitándolo en la comprensión de un orden al cual sujetarse libremente. Cada grupo trabajará en la unidad del mismo, a través de metas concretas que irán descubriendo y proponiendo creativamente. Estas metas, surgidas del esfuerzo común y de la fuerza interior de uno, harán que comunitariamente se vivan valores naturales y sobrenaturales. Adoptando una actitud de compromiso y fidelidad a lo propuesto.
Solo un cultivo serio de la disciplina hará posible que se logren estos objetivos, desarrollando la capacidad de intervenir con actitud de servicio, capacidad de callar, de renunciar a la prioridad, al prestigio, a ganar siempre, fortaleciéndose en su libertad.
Un problema que la pedagogía, aplicada por la FAAF no puede dejar de lado, es el dolor de nuestros chicos, llamados a sufrir tempranamente el desarraigo del hogar con todas sus consecuencias. Es por ello, que hay que lograr los vínculos naturales y sobrenaturales. Es necesario cultivar esta sensibilidad que, como todas las facultades humanas, necesita educarse.
En cada chico que sufre, debe revelarse su increíble potencialidad de fe, amor y sacrificio, estimulando esa potencialidad para liberarla y ponerla en práctica.
La pedagogía cristiana del dolor inocente enseña que no se debe conservar el dolor para sí, sino que hay que ofrecerlo a otros; que el dolor tiene gran poder sobre el corazón de Dios y que es necesario aprovecharlos para beneficio de muchos. Hay que valorar la dignidad del chico que sufre.
Esta pedagogía forma personalidades recias y libres, enriquecidas en la alegría de la donación y ella, se implementará con una íntima participación de los padres, porque son los que deben sentir como verdadera prolongación de sus hogares la puesta en marcha de metas comunes y concretas, compartidas con todo el personal de institución.
El encuentro de los padres para tal fin, hará posible el surgimiento espontáneo de una verdadera escuela para padres. Afirmando el sentido de paternidad y filialidad, experiencias fundamentales de la vida familiar, que afianzan la consolidación del hogar.