2023 03 08.
La Dra. Ana Mon es fundadora de la Confederación Internacional Apoyo Familiar, que tiene 1004 centros para combatir la pobreza, en 3 continentes, forjando desde hace más de 39 años un nuevo camino socio educacional de erradicación de la pobreza.
El CÓMO, Ana y la Confederación lo han respondido y lo responden así: entrenar dirigentes que forjen centros desde la sociedad civil para la comunidad misma, totalmente apartidistas, ecuménicos, y fundamentalmente autónomos y autosuficientes.
Porque los centros son autónomos y autosuficientes, han podido llegar a una “mayoría de edad”, que permiten e invitan a repensar y redefinir los objetivos tanto de Ana Mon como de la Confederación, y los caminos para alcanzarlos, en estos tiempos que corren.
Como hijos mayores de edad, los centros solo necesitan un acompañamiento, una contención, un saber que pueden “contar con nosotros”, para, JUNTOS, CONSOLIDAR y OPTIMIZAR LO EXISTENTE.
En este contexto, se hace posible y necesario FUNDAR nuevos centros, para llegar a los cinco continentes y combatir la pobreza. Siempre, adaptándonos y adoptando la IDENTIDAD de cada ETNIA y de cada CULTURA. Y siempre sobre los principios de autosuficiencia económica e institucional.
Para llevar a cabo estas tareas, es necesario más que un “brain trust”, un BRAIN AND HEART TRUST, cerebros y corazones pensantes, que capitalice la enorme cantidad de experiencias que hemos acumulado a lo largo de todos estos años, que reflexione sobre la realidad presente, y los caminos adecuados para dejar un mundo mejor que el que encontramos.
El CÓMO se responde así: con pocas reuniones, para pensar y sentir en común, utilizando las nuevas tecnologías, las más simples, como el correo electrónico, las video – conferencias, o el Skype, o el WhatsApp. Así, cada uno desde su lugar, SIN GASTAR en viáticos, hoteles ni viajar. También de este mismo modo, se pueden seleccionar y entrenar nuevos dirigentes.
El mundo que encontramos es uno en el cual, las nuevas tecnologías reemplazan cada vez más la mano de obra humana, generando enormes y universales niveles de desocupación o subocupación, con la consiguiente pobreza e indigencia. A esta realidad se suman las guerras y los cambios climáticos (con la consiguiente desertificación), que producen migraciones masivas, con millones de refugiados que reclaman puestos de trabajo dignos.
Para dejar un mundo mejor que el que encontramos, los objetivos quedan así “necesariamente” definidos: para combatir la pobreza es necesario seleccionar y entrenar nuevos dirigentes, educar contando con la participación de especialistas en educación, en tecnología y pobreza, robótica y pobreza, chicos creadores de nuevos trabajos pensando en el futuro que ya es presente.
Hay motivos de esperanza: en nuestra Argentina ya hay chicos que con impresoras 3D construyen prótesis; en Nueva Zelanda están los “innokids” (los chicos que innovan); también están las «start app» que ya funcionan en Israel, Colombia, Suiza, etc., etc. También están todas las expresiones de la ECONOMÍA POPULAR que desde la INFORMALIDAD, generan ingresos para quiénes carecen de trabajos dignos.